“Ser amable reduce la depresión, la ansiedad, el estrés y rejuvenece”
David Hamilton
Entrevista de Inma Sanchís a David Hamilton, doctor en química orgánica, en La Contra de La Vanguardia
Este bioquímico, que creció en una pequeña comunidad en Escocia donde todos se ayudaban, sabe de primera mano que ser amables nos hace más felices, pero es que además ha dedicado su vida al estudio de la hormona de la amabilidad, la serotonina. En su libro Los cinco beneficios de ser amable (Diana) nos presenta todas las investigaciones que demuestran cómo siendo amables nuestro cuerpo está más sano: la amabilidad retarda los siete grandes procesos del envejecimiento, previene y es terapia contra la depresión, cardioprotectora y antídoto contra el estrés: “Pequeñas acciones diarias de amabilidad son más importantes que una gran acción. Lo importante es que seamos constantes. La empatía es la semilla que hace que crezca la compasión que florece en la amabilidad.
La amabilidad modifica el cerebro?
Sí, es un sentimiento que produce sustancias que tienen un efectos en regiones específicas del cerebro.
¿A la inversa del estrés?
Exacto, el estrés genera adrenalina y cortisol; pero cuando somos amables con alguien eso nos hace sentir bien y producimos la hormona que yo llamo de la amabilidad, la serotonina, que actúa en el cerebro incrementando la felicidad.
Sorprendente.
La amabilidad es cardioprotectora, dilata las arterias y reduce la presión sanguínea, y también es antídoto contra la depresión.
¿Cómo funciona?
La investigación nos dice que si eres amable de forma regular el riesgo de depresión disminuye porque la serotonina actúa en la amígdala reduciendo la depresión, la ansiedad y el estrés. Y entrena al cerebro para que sea más resiliente.
Entonces, cuando estás deprimido, nada de encerrarte en ti mismo.
Cuando nos sentimos deprimidos, yo lo he sufrido, no queremos conectar con los demás, pero conectar con personas siendo amables nos hace sentirnos mejor, ¡ojalá lo hubiera sabido!
Ahora lo sabemos todos, gracias.
También retrasa el envejecimiento de nuestras células de forma notable. La gente cree que lo opuesto al estrés es la calma, pero fisiológicamente es la amabilidad. Las hormonas del estrés aceleran el envejecimiento y la serotonina lo retrasa, los científicos lo han estudiado.
¿Y cómo lo han estudiado?
Se hicieron escáner de las células y simularon el tipo de situación que viven nuestras células cuando están estresadas y vieron que aumentaban drásticamente dos sustancias que contribuyen a las enfermedades cardiovasculares, pérdida de memoria y degeneración cerebral.
¿Fuera el estrés a base de ser amable?
Cuando hicieron lo mismo con la serotonina, comprobaron que frena el envejecimiento de las células. Pero la amabilidad también afecta a la piel, los músculos y los huesos. El estrés oxidativo tiene un papel en la degeneración muscular y la oxitocina tiene un papel antioxidante.
¿Y cómo afecta a los músculos?
Los músculos se regeneran a partir de las células madre y la oxitocina tiene un papel en la producción de estas células.
Dice que la bondad es antiinflamatoria.
En un reciente estudio pidieron a unos voluntarios que hicieran una práctica de meditación durante varios días basada en pensar cosas amables y comprobaron una reducción de la inflamación dentro del cuerpo, el 57% en las células de los vasos sanguíneos y el 48% en las células inmunitarias.
La amabilidad mejora las relaciones.
Es el pegamento que mantiene unidas las relaciones y las comunidades. El gen que produce la oxitocina es uno de los más antiguos del genoma, tiene 500 millones de años.
¿La amabilidad se retroalimenta?
Sí, porque a medida que creamos estos vínculos producimos más y más oxitocina, y cuantas más hormonas tenemos más vínculos creamos.
¿Cómo puedo producir oxitocina?
Es muy fácil, puede cerrar los ojos y pensar en alguien que le importa y los motivos por los cuales le importa, estos sentimientos y pensamientos amables y bondadosos, de conexión, harán que produzca oxitocina.
¿Con tan solo pensar en cosas amables?
Sí, ya sé que suena muy místico, pero es pura ciencia. Todos respiramos, pero las resonancias han mostrado que si somos conscientes de que respiramos hacemos que cambie nuestra estructura cerebral.
Somos poderosos, entonces.
Todo lo que pensamos tiene un efecto físico, si pienso algo malo sobre alguien mi cerebro producirá hormonas del estrés. Debemos aprender que los pensamientos amables producen sustancias beneficiosas en el cerebro. El cerebro es como un músculo, responde a lo que pensamos de forma repetitiva.
¿La amabilidad es contagiosa?
He escrito diez libros y he hecho mucha investigación, y la amabilidad, la bondad, es lo más contagioso que he descubierto. Cuanto más alta es la R, la reproducción, más contagio hay. Si somos amables con una persona, esta se sentirá bien y será amable con 4 o 5 personas que a su vez lo serán con 4 o 5 más, hasta alcanzar los tres pasos sociales. Este es el índice R.
La amabilidad también debe dirigirse hacia uno mismo.
Creo que esto es lo más difícil, porque una cosa es darnos caprichos y otra pensar con amabilidad sobre nosotros mismos.
¿Qué estudio le ha sorprendido?
Se han medido los niveles de oxitocina durante 30 minutos de personas interactuando de forma amable con perros ¡y aumentó un 10% por minuto! Es el sentimiento de conexión lo que surte efecto, da igual si es una persona, un perro o un árbol.
Deme algún consejo.
Yo planteo el reto de siete días de amabilidad. Hay tres normas: tiene que ser una cosa distinta cada día, un día tiene que ser algo que nos plantee un reto mayor, y uno de los actos de amabilidad tiene que ser anónimo.
Ser amable con quien no lo es no es fácil.
La amabilidad es un acto de valentía.
Fuente: La Vanguardia
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