SOBRE LA ESENCIA DEL ZEN


¿Qué es el zen y cómo trabaja para liberarnos del sufrimiento?


Dentro de la escuela del Gran Vehículo (Mahayana) el zen (chan, en chino) es una de las corrientes budistas más populares en la actualidad, siendo una de sus principales virtudes su simpleza y su sensibilidad estética (como se encuentra en manifestaciones como la pintura y la poesía). 

Hacemos aquí (en Cadena Aurea), una breve introducción a algunos de los principios operativos del zen, siguiendo al maestro D.T. Suzuki, uno de los principales responsables de introducir el Zen en Occidente. 

"El Zen, esencialmente, es el arte de mirar hacia dentro, a la naturaleza de nuestro propio ser, y apunta a la vía que va del cautiverio a la libertad. Haciéndonos beber de la fuente de la vida, nos libera de los yugos bajo los cuales nosotros los seres finitos sufrimos en el mundo. Podemos decir que el zen libera todas las energías almacenadas naturalmente en nosotros, las cuales en circunstancias ordinarias suelen estar obstruidas y distorsionadas de tal forma que no encuentran un canal adecuado para su actividad"  D.T. Suzuki, "Ensayos de budismo zen"

Suzuki sobre la integridad absoluta que existe entre la realidad y la ilusión, la luz y la oscuridad… una no-dualidad radical:

"Como los textos budistas dicen, la oscuridad de una cueva se convierte a sí misma en iluminación cuando un antorcha de visión espiritual se enciende. Pero no es que una cosa que se llama oscuridad primero se saque y luego se introduzca otra cosa que se llama iluminación, sino que la oscuridad y la iluminación son substancialmente una y la misma desde el principio; el cambio entre la una o la otra ha ocurrido sólo de manera interna o subjetiva. Es por ello que lo finito es lo infinito y viceversa. No son dos cosas separadas, aunque estamos tentados a concebirlas así intelectualmente".

El zen reconoce que el mundo, con su ruido e intranquilidad, con el sufrimiento y el estrés que vienen de la ignorancia, nos deja en un estado un tanto deplorable si no tenemos una buena práctica. Por esto es necesario cultivar una mente clara y un cuerpo energético, para lo cual es esencial la disciplina del zen, que trabaja desbloqueando la energía. 

De manera muy sencilla, el zen parte de la idea de que en una mente turbia se refleja una realidad turbia, por lo cual hay que pulir el espejo y hacerlo límpido como el cielo abierto (que es la metáfora del mente iluminada). 

Así, como muchas otras tradiciones filosóficas, nos dice Suzuki que el zen también busca «abrir un ‘tercer ojo’, como los budistas llaman a la región hasta antes ni siquiera soñada y alejada de nosotros por la ignorancia»

Esta visión depurada, corregida y aliada con los mismos fenómenos (ya no desde la tajante división entre sujeto y objeto) hace que «la infinitud de los cielos se manifiesten, vemos ahí por primera vez hacia la naturaleza de nuestro propio ser»

Podemos encontrar esta misma idea en numerosas corrientes filosóficas, desde el llamado «ojo del alma», cuya apertura constituye la base de la educación para Platón, desde aspectos más místicos ligados al yoga. 

Suzuki ahonda en la solución que ofrece el zen, donde se propone apelar directamente a los hechos de la experiencia personal y no al conocimiento que viene de los libros. 
«La naturaleza del propio ser siendo donde aparentemente ocurre la furia y la lucha entre lo finito y lo infinito puede ser aprehendida por una facultad más alta que el intelecto»

El zen, en cierta forma, nos pide vaciar la mente, para que esa facultad más alta que el intelecto pueda resolver calmadamente el conflicto que es sólo aparente. «Por experiencia personal se quiere decir llegar a los hechos de primera mano, sin intermediarios»

Entendemos que debemos de salvar el abismo que nos divide de las cosas, la percepción dualista que es una de las raíces del sufrimiento. Es por esto que el zen busca que los alumnos tengan experiencia directas no discursos sobre la iluminación. La luz de la realidad, el nirvana, la liberación, o como quiera llamársele, existe en el mundo cotidiano, en la correcta percepción de las cosas. 
«La salvación debe buscarse en lo finito mismo, no hay nada infinito aparte de las cosas finitas… el nirvana en medio del samsara». 

D.T.Suzuki en «Ensayos de budismo zen»

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