-En el camino del crecimiento- dijo Shao Laoshi-, en el proceso de la formación personal, se suele dar el decaimiento y el desánimo, con bastante frecuencia. No te sientas mal, ante este sentimiento. A veces, la culpa del desánimo la tiene el proponernos metas grandiosas, significativas, difíciles: hacer los ejercicios de Chi Kung más complicados, las tablas de Tai Chi más largas, o permanecer muchas horas en meditación, por ejemplo. Nuestro ego necesita lo ostentoso, y se lo servimos. El crecimiento espiritual, el avance en nuestra formación, quizás sea algo más sencillo, no elaborado o propuesto por nuestra mente. Aunque te parezca contradictorio, crecemos, cuando dejamos de desearlo. Sabemos, cuando olvidamos los conocimientos. Amamos, cuando callan nuestros deseos.
Cuenta Chuang Tse que, en una ocasión, Yen Hui dijo a su maestro:
-Estoy avanzando en mi formación.
-¿Cómo? - le preguntó el maestro.
-He olvidado los conceptos de bondad y de justicia.
-Eso está bien- le contestó el maestro -pero no es suficiente. Sigue trabajando.
Varios días mas tarde, Ven Hui vino, de nuevo, a ver a su maestro y le dijo:
-Sigo progresando, maestro.
-¿Cómo? - le preguntó.
-He olvidado los ritos y la música.
-Vale. Muy bien. Pero aún no es suficiente. Sigue.
Pasaron algunos días, y de nuevo, Ven Hui fue a visitar a su maestro, y le dijo:
-Creo que ya lo tengo: he aprendido a quedarme sentado en el olvido.
-Que quieres decir con eso?
-Dejo sueltos mis miembros, me despido de la vista y del oido, pierdo la consciencia de las cosas y de mi mismo, estoy completamente destrabado: a esto llamo estar sentado en el olvido.
-Ya veo -dijo el maestro, satisfecho- Si no tienes trabas, no tienes prejuicios. Si te unes a la metamorfosis de la realidad, nada te coarta. Ahora, eres un sabio. Acepta que yo, Qiu, me convierta en tu discípulo.
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