Da igual lo que contemples: un cielo estrellado, una flor, una rama seca, el sonido de las olas al desembarcar en la playa, el olor de los naranjos en flor, el calor de unas brasas en una noche fría de invierno o un grupo de niños jugando.
Lo importante no es el objeto, sino una cualidad de ser consciente y una atención autónoma vacía de toda proyección.
Esto es MEDITACION.
Todo esfuerzo, toda voluntad, todo “yo” es anterior a la meditación. Caminar, “sentarse”, escuchar el propio “sonido interior” de tu mente, o cualquier cosa que hagas con esa consciencia y atención alerta, ausente de proyecciones, es MEDITAR.
En nuestra vida aparecen muchos momentos así, en los que salta una chispa de abismamiento cuando no está metida la mente pensante, ni los conocimientos, ni ninguna elucubración.
Si estas preparado para ello, aparece, con independencia de las circunstancias por las que atravieses, una consciencia indefinible, un momento atemporal por el que te puedes deslizar y flotar al más lejano confín de la existencia, en ti mismo, sin ti.
Cuando ocurren esos momentos, no te asustes, no pienses. No eres ningún “"vicho raro”.
Si te apegas a tu cordura socialmente impuesta o a la orilla que "conoces", la barca se irá, el momento desaparecerá, porque aparece el tiempo y esos momento están fuera del tiempo y lo conocido.
La mayor parte de nuestra vida transcurre pensando, proyectando, analizando y utilizando todo lo que aparece en el “ecosistema humano”, en el que nos limitamos a estar con unas fronteras bastante estrechas, por cierto, y en el que sigue primando una visión exclusivamente antropocentrica.
Démosle una oportunidad a la grandeza de la existencia.
¡Simplemente Contempla!
Juan Antonio Lorenzo, en BODHISATTVA
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