EL MIEDO, CAMINO HACIA LA INSEGURIDAD



El miedo es una de las jaulas mejor fabricadas del mundo. Es la herramienta más eficaz de la manipulación. Sin miedo, Haru, no existe el poder. Piensa. Es el miedo, lo que lo alimenta y lo permite. 

Como la historia que me contaste, un día, al volver de la escuela, de aquel general tan cruel que invadió toda una región y que a su paso dejaba destrucción, muerte, desesperación. 

Había un monasterio, en la zona. Los monjes, enterados de los hechos, empezaron a huir a las montañas. Todos excepto uno, que siguió meditando. Cuando el general entró en el templo y lo vio, le gritó:

–¿Qué haces aquí? ¿Acaso no sabes ante quién te encuentras? ¿No sabes que soy capaz de cortarte la cabeza, de un solo gesto, sin temblar?

Entonces, el monje levantó la cabeza, lo miró con serenidad y, con voz suave y calmada, contestó:

–Y tú, ¿qué haces aquí? ¿No sabes ante quién te encuentras? ¿No sabes que soy capaz de dejarme cortar la cabeza, de un solo gesto, sin temblar?

El general se retiró. Vencido.

Te gustaba mucho esa historia. Nos la representabas. Ponías una voz tremenda para hacer de general y un ademán bien humilde para hacer de monje. Nos gustaba verte. Después decías:

–Pero yo no sería capaz de hacer lo que hizo el monje. Seguro que me asustaría. ¿Y vosotros?

Kumiko contestaba:

–Solo pasa aquello que creemos que puede pasar. Aprenderás a concentrarte, Haru. No sufras. Y nunca nadie intentará cortarte la cabeza. Lo sé a ciencia cierta.

Sonreías. Te convencía. Tu madre siempre encontraba las palabras que tú necesitabas

El miedo es el camino hacia la inseguridad. Y la inseguridad es el origen de la crueldad. Recuerda cómo está formado el kanji de la paz interior. La mujer, fuente de todos los seres, y un techo encima, símbolo de toda protección. Un ser que se siente protegido está en paz. Un ser inseguro se siente amenazado y, en vez de actuar, reacciona, porque lee en un código superpuesto a los hechos. Interpreta y juzga. Sufre y hace sufrir su intransigencia.

Tienes que mantenerte a distancia de los animales humanos que hacen de sus heridas una justificación, Haru. Como de las plantas carnívoras. No los juzgues, sé compasiva, pero no te acerques mucho. Las distancias son una elección. 

Y ten presente que es más temible un ejército de corderos a las órdenes de un león que un ejército de leones a las órdenes de un cordero.

Si vives cerca de los que hacen daño sin dedicar tu vida a combatirlo, harás el mismo daño. No es solo quien clava la daga el responsable de la herida. Lo son también los que dan la orden, los que lo presencian sin impedirlo y los que lo saben sin contarlo. 

Un amigo es un camino. El enemigo es un muro. Tú cede el paso y amplía tu ruta, hija mía.
......

Flavia Company en su libro Magôkoro, Carta del padre de Haru

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