*Recuéstate en una superficie plana, como en una cama o una colchoneta para yoga colocada en el suelo. Cierra la boca y respira solo por la nariz.
*Observa tu respiración natural, colocando tu mano izquierda en el abdomen y la derecha en el pecho, y observa sus movimientos espontáneos, al ritmo que le marca tu respiración, sin intervenir en ella. A medida que te relajes, posiblemente vayas pasando de la respiración pectoral a la abdominal, será tu mano izquierda la que suba con la inspiración y baje en la exhalación.
*Ahora, deja caer tus manos a ambos lados de tu cuerpo y disponte a practicar la respiración profunda, interviniendo:
*Inspira profundamente por la nariz. A medida que inhalas, inclina la cabeza hacia atrás y apunta los pies en la dirección opuesta a ti, como tensando tu cuerpo. Toma la mayor cantidad de aire posible (sin forzar) y contén la respiración durante unos 3 segundos.
*Exhala lentamente, por la nariz, relajando todo tu cuerpo, al tiempo que dejas que tus pies vengan hacia ti y que tu cabeza vaya hacia delante, acercando tu barbilla al pecho, hasta vaciarte del todo. La exhalación puede duplicar el tiempo de la inspiración. Antes de la nueva inhalación, haz una breve pausa.
*Repite este procedimiento de inhalación y exhalación profunda de 8 a 10 veces.
No te alarmes si te mareas un poco, al principio; es una respuesta natural a la respiración profunda.
Trata de hacerlo por lo menos una vez al día.
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