1ª .- Eres responsable de ti mismo
Nadie va a retirar cada piedra que te encuentres en tu camino, al igual
que nadie va a respirar por ti ni se va a ofrecer como voluntario para
cargar tus penas o sentir tus dolores.Tú mismo eres artífice de tu
propia existencia y de cada paso que das.
-No pongas en el bolsillo de los demás tu propia felicidad. No concibas
la idea de que para ser feliz en esta vida, es esencial encontrar una
pareja que te ame, o tener siempre el reconocimiento de tu familia.
-Si el barómetro de tu satisfacción y felicidad está en lo que los demás
te aportan, no conseguirás más que sufrimiento. ¿La razón? Pocas veces
lograrán cubrir todas tus necesidades.
-Cultiva tu propia felicidad, siéntete responsable, maduro, toma
conciencia de tus decisiones y de sus consecuencias, elige por ti mismo y
no dejes nunca que tu bienestar, dependa siempre de corazones ajenos.
2ª.- Vive el presente, acepta asume la realidad
En esta vida, nada es eterno, nada permanece, todo fluye y retoma su
camino tejiendo ese orden natural que tanto nos cuesta asumir a veces.
Las personas estamos casi siempre centradas en todo aquello que ocurrió
en el pasado y que, de algún modo, se convierte ahora en una dura carga
que altera nuestro presente.
Esas desavenencias familiares, ese trauma, esa pérdida, ese fracaso
sentimental o esa frustración no superada. Todo ello son anclas que nos
aferran, que ponen cadenas en nuestros pies y anzuelos en nuestra alma.
Es un apego tóxico y poco saludable que nos impide avanzar en libertad y plenitud.
Acepta, asume y aunque te cueste, aprende a perdonar. Te hará sentir más
liberado y te ayudará a centrarte en lo que de verdad importa, el “aquí
y ahora“, este presente donde tienes tu verdadera oportunidad. ¿A qué
esperas?
3ª.- Promueve tu libertad y permite ser libres también a los demás
Asume que la libertad, es la forma más plena, íntegra y saludable, de disfrutar de la vida, de entenderla en toda su inmensidad.
No obstante, ello no impide que podamos establecer vínculos afectivos
con otras personas, porque también ello forma parte de nuestro
crecimiento personal. Saber amar y saber recibir amor.
No obstante, el desapego implica que nunca debes hacerte responsable de
la vida de los otros, al igual que los demás, no deben tampoco imponerte
sus principios, sus ataduras o cadenas personales para aferrarte a
ellos. Es aquí donde empieza el auténtico problema y los sufrimientos.
Los apegos intensos nunca son saludables, pensemos por ejemplo en esos
padres obsesivos que se exceden en la protección de sus hijos y que les
impiden poder madurar, poder avanzar con seguridad para explorar el
mundo.
La necesidad de “despegarse” es vital en estos casos, ahí donde cada uno
debe salir de los límites de la certidumbre para aprender de lo
imprevisto, de lo desconocido.
4ª.- Asume que las pérdidas van a sucederse tarde o temprano
Volvemos de nuevo a la misma idea: aceptar que, en esta vida, nada puede
contenerse eternamente. La vida, las relaciones, e incluso las cosas
materiales, terminan desvaneciéndose como el humo que se escapa de una
ventana abierta o el agua fresca que resbala por nuestros dedos.
Las personas se irán, los niños crecerán, algunos amigos dejarán de
serlo y algunos amores se irán del calor de tu mano… Todo ello forma
parte del desapego, y como tal, hemos de aprender a asumirlo para
afrontarlo con mayor integridad. Con mayor fuerza.
Lo que nunca va a cambiar, es tu capacidad de querer. Y debes empezar siempre por ti mismo.
Lo que nunca va a cambiar, es tu capacidad de querer. Y debes empezar siempre por ti mismo.
Fuente: El Buscador
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