En una ocasión, un místico Sufi, llamado Sheikh Farid, se dirigía hacia el río a tomar su baño matutino. Un buscador le siguió y le preguntó:
-Por favor, espera un minuto. Pareces tan lleno de lo divino; pero yo ni siquiera siento un deseo por ello. Pareces tan loco, y observándote he sentido que debe haber algo en ello. Eres tan feliz y extático y yo soy tan desgraciado... No aparece en mí el deseo de buscar lo divino. Entonces, ¿qué hacer? ¿Cómo crear el deseo?.
Farid miró al hombre y le dijo:
-Ven conmigo. Voy a tomar mi baño matutino. Báñate conmigo en el río y quizás la respuesta pueda ser dada mientras te bañas. Si no es así, veremos después del baño. Vamos.
El hombre se quedó un poco intrigado. Este Sheik Farid parecía un poco loco; ¿cómo iba a responderle mientras se bañaba? Pero nadie sabe cómo actúan los místicos, así que le siguió. Ambos se metieron en el río, y, cuando el hombre se estaba sumergiendo, Farid saltó sobre él y le hundió bajo la superficie del agua. El hombre empezó a inquietarse.
¿Qué clase de respuesta era ésta? Al principio pensó que Farid estaba bromeando, pero después la cosa se puso seria. ¡No lo soltaba! Se puso a luchar con él. Farid era un hombre muy pesado y fuerte y el buscador era muy delgado, como suelen ser los buscadores. Pero, cuando tu vida está en peligro…, hasta este hombre tan delgado arrojó a Farid a un lado, saltó sobre él diciendole:
-¡Eres un asesino! ¿Qué estás haciendo? Soy un pobre hombre. Sólo he venido a preguntarte cómo puede surgir en el corazón el deseo de buscar lo divino, ¡y tú ibas a matarme!.
Farid le dijo:
-Espera. Quiero que me constes a unas preguntas. Cuando te empujaba hacia abajo y te estabas asfixiando, ¿cuántos pensamientos había en tu mente?.
-¿Cuántos? Sólo uno: cómo salir afuera a respirar.
-¿Cuánto tiempo se prolongó ese pensamiento?.
-Tampoco eso permaneció allí durante mucho tiempo, porque mi vida estaba en peligro. Puedes permitirte el pensar cuando no arriesgas nada. Como mi vida estaba en peligro, hasta ese pensamiento desapareció. Entonces, el salir fuera del agua no era un pensamiento: era todo mi ser
-Lo has comprendido. Esta es la respuesta. Si te sientes asfixiado en este mundo, presionado por todos lados, y si sientes que nada va a pasar en este mundo excepto la muerte, entonces, el deseo de buscar la verdad, o Dios, o como quieras llamarlo, surgirá. Y eso tampoco durará mucho. Poco a poco ese deseo deja de ser un deseo, se convierte en tu ser. La sed misma se transforma en tu ser.
Te he mostrado el camino, -finalizó Farid-.Ahora puedes irte”.
Fuente Planeta Azul
Hay otra versión que que me contó mi Maestro. Cuando salieron ambos del agua, el Maestro preguntó al buscador qué era lo que más deseaba cuando se encontraba bajo agua. A responderle éste, que su único deseo era salir y tomar aire, el Maestro le contestó que, aun cuando estuviera ahogándose, su único deseo fuera buscar la VERDAD, y no aire, la encontraría.
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